Opinión
Millennials y Boomers
Comencemos definiendo. ¿Por qué la dicotomía en perspectivas ideológicas?
Se remonta a una ramificación de factores procedentes de generaciones distintas; dentro de una atmósfera laboral, tendencias y hasta costumbres distintas a las de hoy en día.
Los Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1964); obtuvieron su nombre luego del incremento en la tasa de natalidad posterior a la segunda guerra mundial, debido a todos los sucesos que impactaron la disminución de poblaciones y desplazamientos masivos.
Los Millenials (nacidos entre 1981 y 1993); obtuvimos nuestro nombre del inglés, (millennial generation), esto es un vocablo acuñado en 1987 por los estadounidenses William Strauss y Neil Howe para denominar a la generación de personas cuyas fechas de nacimiento estarían dentro de los períodos mencionados anteriormente.
Los Tradicionalistas o Generación Silenciosa (nacidos entre 1928 a 1945); obtuvieron su nombre por no manifestar opinión alguna ante los acontecimientos mundiales del contexto donde crecieron, sobre todo los políticos, por temor a que fueran considerados a través de la historia como un grupo conflictivo, pero extremadamente adherido al sistema laboral para percibir un crecimiento económico favorable, ya sea para supervivencia o comodidad.
¿Qué nos diferencia?, generación “Y” o “Millenials”.
Los boomers son más tradicionales, lograron obtener hogares y estabilidad económica a una temprana edad, a diferencia de nosotros; sin embargo, de nuestra generación siempre habrán excepciones.
Los boomers vivían bajo un régimen más estricto que el de nosotros, ya que durante esta época las familias asumían que el mejor método de enseñanza era a través de instar obligadamente el respeto de parte de sus hijos
y en muchas ocasiones, sin haber tenido méritos para obtenerlo. «El respeto no es algo que se exige, es algo que se obtiene a través de diversas situaciones y actitudes que inspiran este sentimiento en las personas.»
Es cierto, que como hijos debemos agradecer y respetar; pero hay instancias en las que no todo es “blanco y negro”. Nuestra amplitud perspectiva y nivel de objetividad nos permite ver las situaciones a través de otro lente, lo cual suele llevar a distintas reacciones. Esto es gracias a la educación que nos han brindado nuestras familias y la tecnología que nos proporciona un sin fin de información.
Aparte de esto, la generación Tradicionalista tenía muy altos estándares para los logros que querían inculcar en sus hijos, obligándolos constantemente a estudiar carreras que quizás no eran las más apropiadas para ellos y obviando sus preferencias educativas con el pretexto de que eran opciones erradas a nivel económico. Eran estríctos e impetuosos, sus reacciones a actitudes no aprobadas eran súmamente extremas. También existía la tendencia de seguir la “herencia familiar”, ya fuese el negocio familiar o guiarse a través del mismo rubro. Los doctores querían que sus hijas fueran doctoras, las economistas querían que sus hijos fueran economistas, los arquitectos querían que sus hijas fueran arquitectas y así sucesivamente.
Asimismo, habían familias con frustraciones derivadas de su propio desarrollo laboral, el hecho de no haber obtenido el puesto que deseaban o ascender al nivel socioeconómico que aspiraban.
Esto inclinaba a los Tradicionalistas a proyectar sus frustraciones en sus hijos para que cumplieran los objetivos que no pudieron cumplir; esto lo hacían a buena voluntad, sin embargo, privaban a sus sucesores de opciones más apropiadas según sus habilidades.
Habían excepciones de familias dinámicas con tendencias modernistas; pero, en contraste, era muy común la violencia doméstica por las ideologías patriarcales de la época que se inclinaban al machismo tóxico. Esto dejaba a las mujeres en una posición de vulnerabilidad que cambiaba la dinámica dentro del hogar. Defendían estas situaciones con la excusa de que el hombre proporcionaba, por ende, podía ser fácilmente perdonado. Esto generaba un ciclo vicioso que nosotros llamamos «relaciones tóxicas».
Para los Millennials esto ha cambiado, el tema del machismo extremista ha sido equilibrado, no a la perfección, pero ahora el abuso doméstico (que puede incluir tanto a las mujeres afectando a los hombres así como viceversa), es mucho más evaluado y penalizado.
Los Boomers son una generación envidiable, vivieron en su momento todo lo que muchos jóvenes habrían querido vivir. Vieron cómo John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr formaban The Beatles en 1962.
También vivieron la llegada del hombre a la Luna (1969), entre otros sucesos históricos relevantes e impresionantes.
Es válido recalcar que el motivo por el cuál los boomers se mudaban temprano de sus hogares (entre los 18 y 24 años) solía ser por diversas razones, como:
- La posibilidad de hacerlo, ya que tenían una estabilidad económica diferente a la de nosotros y había un mejor balance en relación al costo de vida.
- El desgaste emocional proveniente de la rigidez o tensión en su ambiente.
- El cansancio de represión emocional para evitar conflictos.
- La búsqueda del respeto inalcanzable, que los inclinaba a tomar decisiones para complacer e impresionar a sus padres.
- El orgullo generado a través de la crianza que les dieron sobre la importancia de tener una independencia desde lo más temprano posible, a pesar de que no fuese la decisión más adecuada durante el momento.
Recibe las noticias de Foco en tu correo
¡Regálanos tu correo electrónico!Otra de las grandes diferencias en la actualidad, es el uso de la tecnología, vivían en una época donde no dependían de ella para su día a día. Para nosotros Millennials, la existencia de las redes sociales, donde se prolifera la información de manera inmediata nos permite estar al día siempre. Esto abre campo a la desinformación, pero, las personas con fuentes fidedignas suelen estar bien informadas.
Los Boomers, tenía familias estrictas, Los Tradicionalistas se inclinaban a la restricción del libre albedrío, por ende, inhabilitaba a los Boomers de poder desarrollar su inteligencia emocional y crecimiento intelectual en algunas ocasiones. Esto podía llevar a una represión de pensamientos y se consideraba “debilidad” cualquier muestra honesta de sentimientos o incomodidades referentes a situaciones de salud o estabilidad mental. Se generaba un dilema, ya que la base de toda buena interacción humana necesita transparencia y comunicación clara.
Nosotros Millennials, vivimos en una época distinta, no está la constante tensión luego de la guerra mundial, es una época relativamente pacífica a comparación de las anteriores; es cierto que hay conflictos internacionales, pero, no han sido tan marcados como para llegar a ser parte de libros que nos enseñan sobre estas historias de crímenes atroces masivos. Somos el producto de Boomers, con perspectivas diferentes a su generación.
Hicieron lo mejor en base a sus posibilidades para que tengamos una vida más próspera y llevadera; a contraste de lo que tuvieron que superar y sobrellevar.
Es importante recalcar que a pesar de todos los beneficios que nos han podido brindar como la educación, hogar estable y un poco más de libre albedrío, entre otros aspectos; es difícil para nosotros llegar al punto de nuestros padres relativo a las decisiones que tomaban a sus edades. Estamos en una década competitiva donde los que más estudios acaparen y más habilidades refuercen son quienes podrán conseguir este puesto con la remuneración necesaria para avanzar al paso de nuestros padres.
Es estadístico realmente, hay muchas más personas ahora, por ende, hay más competencia y las oportunidades suelen ser insuficientes. Además de esto, es importante evaluar el factor de los números macroeconómicos. La distribución de riquezas es inequivalente a diferencia de épocas anteriores, hoy el 10% más rico de la población obtiene el 37.3% del ingreso nacional, esto es casi 13 veces más que el 40% más pobre.
¿Recuerdan cuando sus abuelas les decían que podían comprar una libra de arroz con cinco centavos, o cuando nuestros padres nos cuentan que en su época una buena comida les costaba 2 dólares (a veces hasta menos)?
Para nosotros esto es un cuento de hadas, es como ciencia ficción.
“Los salarios son bajos y la educación es deplorable”, mencionado por el economista panameño Felipe Argote. El factor determinante en esta rivalidad económica se concreta en que la riqueza está distribuída a través de pocas manos. Existe un capitalismo preferencial que se inclina a conexiones personales y esto genera lo que en nuestro país llamamos, puestos “botella”; denominación referida a personas que obtienen puestos fijos, usualmente gubernamentales, con salarios glorificados y muy pocas responsabilidades.
El suceso pandémico empeoró toda esta situación, así como su pésimo manejo. Negocios quebraron, empresas hicieron reducción de personal masivamente o simplemente cerraron y los bancos hicieron vista omisa a la situación; presionando a las personas a seguir pagando sus créditos, indistintamente de que hayan perdido su estabilidad económica a raíz de un suceso imprevisto e incontrolable.
La vida se ha vuelto cara en relación a los salarios.
En contraste, durante la época de nuestros padres, había un balance más notable entre salarios y costos de vida; por ende, era posible adquirir muchos beneficios a más tempranas edades con salarios mucho más bajos que los que ahora requerimos para obtener menos de la mitad de lo que ellos podían permitirse.
Nosotros buscamos estabilidad emocional, tranquilidad y claro que algunos tenemos ambición económica; a diferencia de una ambición basada en estados socioeconómicos y estabilidad laboral que llevaba a comoportamientos de obsesión; “Vivir para trabajar y no trabajar para vivir”. Esto proviene del estrés acumulado de generaciones anteriores que vivían bajo distintos regímenes, es probable que esto nos haya orientado intrinsecamente a buscar opciones más cómodas. Hay varias muestras de esta modalidad de pensamiento, el conflicto lo enfrentamos con palabras y no con actos violentos. La transparencia conversacional es de suma importancia y la empatía es muy relevante para llevar a cabo estos factores que determinarán la prosperidad de nuestra vida social y conexiones intererpersonales.
Hay ambición, pero es una ambición basada en otra ideología; el exceso de información, tendencias ideológicas, movimientos culturales y demás; nos ha hecho súmamente abiertos y objetivos. Nuestra perspectiva cambia tremendamente debido a estos elementos.
Tenemos una saturación de pensamientos que nos inclina a querer complacer a todas las burbujas sociales que nos rodean (lo cuál es imposible), inclusive, queremos satisfacer e impresionar a nuestros padres, deseamos que estén orgullosos de nuestros logros y esto es súmamente difícil, ya que sus expectativas en cuanto a nosotros, según lo que nos han proporcionado, suelen ser bastante altas. La escasez de oportunidades e inequivalencia económica no nos permite llegar al punto que ellos hubiesen deseado que estuviesemos, por esta razón tratamos de enfocarnos en otras habilidades blandas para avanzar tanto laboral como socialmente, algunos ejemplos de estas habilidades son:
- Comunicación
- Empatía
- Salud Mental
- Emprendimiento
y amplitud objetiva a diversos temas para hacernos personas más optimistas, que podamos compartir sentimientos productivos para alentar a otras personas y que puedan mejorar su calidad de vida. Esto nos llena y nos brinda energías que habilitan la posibilidad de descubrir nuevas oportunidades.
Es hora de romper esta brecha y lograr una mejor comunicación/relación entre las generaciones mencionadas, que a veces viven en conflicto. Todo a través de comunicación se puede aclarar.