Editorial

FocoBlog: México vs Panamá (en infraestructura, no fútbol)

En una visita a México, pudimos notar las grades falencias democráticas de nuestro vecino país y cómo afecta su infraestructura.

Published

on

Como parte de un programa patrocinado por la Embajada de Los Estados Unidos, varios periodistas nos fuimos en un tour de infraestructura por tres países: México, Ecuador y Panamá.

La primera parada fue Panamá, donde visitamos El Canal de Panamá, AES Colón y MIT. De esos proyectos han oído suficiente así que me los saltaré con el respeto de nuestros pocos lectores internacionales.

El verdadero trip comenzó en México, donde nos reunimos con el IMCO (Instituto Mexicano para la Competitividad), para un pantallazo de la situación de México en infraestructura y economía. Cuando les digo que a medida que la presentación avanzaba me alegraba un poco más de vivir en Panamá, no estoy mintiendo. Y obviamente en Panamá tenemos problemas, pero cuando tienes un país con 100 millones de habitantes, tienes 25 veces más problemas, o los problemas son 25 veces más grandes.

La presentación se enfocó en tres proyectos claves: Una nueva refinería, un tren por el sur del país y dos aeropuertos con un desenlace digno del imaginario de García Márquez.

La refinería, una obra de más de 10 mil millones de dólares, está estratégicamente situada en la ciudad de Tabasco, que por casualidades esas de la vida, es el lugar donde nació el flamante presidente de México Andrés Manuel López Obrador. Esto contrasta altamente con el discurso ambientalista de MORENA, el partido progresista de AMLO, quien se jacta de querer construir una sociedad acorde con el medio ambiente.

El otro proyecto que captó mi atención fue el mamotreto de tren que están construyendo en el sur de México, llamado el tren Maya. Un proyecto con una inversión de más de 3,200 millones de dólares y que está siendo construido en 5 tramos por 5 empresas diferentes – las corruptas FCC y Odebrecht entre ellas, obviamente -. El proyecto carece de algún tipo de diseño o plan, incluido estudio de impacto ambiental en sus tramos más sensitivos, por lo que ha sufrido percance tras percance, y ha resultado incluso en su paralización completa en el tramo número 5 debido a las grandes afectaciones que está teniendo en la naturaleza de la región.

Y por último el fiasco del aeropuerto. El ex presidente Peña Nieto antes de irse adjudicó la construcción de un aeropuerto en las afueras de la ciudad para reemplazar el mítico aeropuerto Benito Juárez, que se había quedado atrapado en la mitad de la ciudad, lo que complicaba enormemente la logística urbana de la ya congestionada metrópolis norteamericana. El aeropuerto llevaba un 30% de avance al momento de cambio de gobierno y el nuevo presidente López Obrador, cumpliendo una de sus promesas de campaña, hizo un tipo de consulta popular para definir el destino del nuevo aeropuerto. Había un pequeño problema con su plan: López Obrador no había tomado posesión, sólo era presidente electo. Pero la institucionalidad no es impedimento para el populismo latinoamericano, por lo tanto, el todavía no presidente, hizo su consulta popular completamente paralela y sin injerencia de las instituciones electorales del país. La consulta estuvo plagada de irregularidades, pero al final el pueblo habló y el resultado fue en contra del nuevo aeropuerto, que como les expliqué, tenía 30% de avance.

Pero ahora México tenía otro problema: ¿Qué hacemos con las deudas que ascendían a 211 millones de dólares? Pues el gobierno mexicano asumió la deuda, pasándosela al sistema aeroportuario actual y aquí no ha pasado nada. Y las grandes críticas se las llevaron los inversores privados del proyecto que al recibir el dinero no protestaron por lo absurdo de la medida.

Al final, AMLO hizo un nuevo aeropuerto, construido por los militares, operado por los militares, pero con grandes falencias lo que no permite la entrada de aerolíneas internacionales. Habló el pueblo y problema resuelto.

Lo que más me impresionó de conocer estos proyectos, es que en su mayoría se han realizado con gasto corriente del Estado. No prestamos, no financiamiento internacional, cash en mano y allá va eso. Lo que, en la opinión de varias organizaciones mexicanas, evidencia la capacidad que tiene el Estado de financiamiento para proyectos de ayuda a la ciudadanía, alto contraste con la ayuda que prestó en pandemia, donde se situó a la par de países como Uganda.

Sin embargo, este flujo de dinero a infraestructura tiene un pequeñísimo detalle. El Ejército se ha convertido en el mayor constructor de México, con gastos en infraestructura de hasta 1,600 millones de dólares en el 2020. Al canalizar ese gasto por medio del Ejército, logran escaparse de la fiscalización pública alegando “Seguridad Nacional”.

Pronto les contaré más sobre nuestra visita a México, pero ya van viendo porque, aunque me quejo, es prueba de que en Panamá no estamos tan mal.

*Daniel Lopera fue invitado por el gobierno de los Estados Unidos, a través de su Embajada en Panamá, para un programa de cobertura periodística sobre infraestructura en América Latina, financiado por la Embajada de los Estados Unidos en Panamá y organizado por Meridian International Center, una organización sin fines de lucro.

Nombre del Artículo - Foco Panamá

¿Te gusta lo que lees?

Apoya el periodismo valiente y suscríbete a Foco Panamá.

Suscríbete aquí
Comments

Lo más relevante

Salir de la versión móvil