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Opinión

Opinión: ¿Cuál es tu visión de país?

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Por: Daniel Lopera

Temas como el de la minería, las reformas electorales, los cambios constitucionales, la justicia, los niños al cuidado del Estado, la caja del seguro social y otros dejan claro que los panameños están dispuestos a irse a las calles a protestar cuando no están de acuerdo con el rumbo que está tomando su país. Lo que no queda claro es si dentro de la coyuntura política actual, de alto descontento con las instituciones, sobretodo las políticas, alguien está dispuesto a plantear su visión de país.

Durante el escándalo de los Panamá Papers, la entonces Diputada Ana Matilde Gómez lanzó un reto en el pleno legislativo, diciéndoles a sus colegas que si estaban dispuestos, tuviéramos un debate nacional sobre nuestro modelo económico. Poco caso se le hizo, incluso, los Panamá Papers; un evento que afectó enormemente la imagen de nuestro país a nivel internacional y puso en evidencia falencias en nuestro modelo de desarrollo, no fue parte de la campaña electoral del 2019.

Esto es solo una muestra de una de las grandes falencias políticas en nuestro país: la falta de visiones de país en la palestra pública. Los sectores políticos han fallado a todos los ciudadanos en proponer cuál es su visión para el futuro del país. Las elecciones y los discursos se enfocan en problemas completamente coyunturales o en deficiencias institucionales históricas, sin entrar en el punto medular de qué está proponiendo el candidato o la corporación electoral.

Por esa falencia, los ciudadanos y candidatos llevamos 30 años en un ciclo vicioso donde los candidatos prometen resolver problemas inmediatos y los ciudadanos, por el abandono gubernamental injustificado vota precisamente por quién promete resolver esas falencias.
Pero como he dicho en anteriores columnas, la democracia no solo es electoral y los problemas del país claramente no los solucionarán quienes viven y sobreviven del sistema actual y sus huecos institucionales. Con eso en mente, le pongo un reto al lector: planteé su visión de país. Y no solo la piense, escríbala, póngala allá afuera usando los métodos que tenga a la mano. Súbalo a sus redes sociales, compártalo en sus grupos donde se discutan estos temas, envíelo por correo a los periódicos o a los medios que lo permitan. ¿Cómo se ve el Panamá que usted sueña? ¿Cómo quisiera que fuera su modelo económico, social y político?

Solo exponiendo nuestras ideas al escrutinio público podremos pasar más allá de los prejuicios y podremos por fin tener una conversación honesta sobre el Panamá que queremos todos, que confío en que a pesar de lo que se piense, se ve bastante parecido.

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Opinión

Millennials y Boomers

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Comencemos definiendo. ¿Por qué la dicotomía en perspectivas ideológicas?

Se remonta a una ramificación de factores procedentes de generaciones distintas; dentro de una atmósfera laboral, tendencias y hasta costumbres distintas a las de hoy en día.
Los Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1964); obtuvieron su nombre luego del incremento en la tasa de natalidad posterior a la segunda guerra mundial, debido a todos los sucesos que impactaron la disminución de poblaciones y desplazamientos masivos.

Los Millenials (nacidos entre 1981 y 1993); obtuvimos nuestro nombre del inglés, (millennial generation), esto es un vocablo acuñado en 1987 por los estadounidenses William Strauss y Neil Howe para denominar a la generación de personas cuyas fechas de nacimiento estarían dentro de los períodos mencionados anteriormente.
Los Tradicionalistas o Generación Silenciosa (nacidos entre 1928 a 1945); obtuvieron su nombre por no manifestar opinión alguna ante los acontecimientos mundiales del contexto donde crecieron, sobre todo los políticos, por temor a que fueran considerados a través de la historia como un grupo conflictivo, pero extremadamente adherido al sistema laboral para percibir un crecimiento económico favorable, ya sea para supervivencia o comodidad.

Persona Millennial tratando de entender

¿Qué nos diferencia?, generación “Y” o “Millenials”.

Los boomers son más tradicionales, lograron obtener hogares y estabilidad económica a una temprana edad, a diferencia de nosotros; sin embargo, de nuestra generación siempre habrán excepciones.

Los boomers vivían bajo un régimen más estricto que el de nosotros, ya que durante esta época las familias asumían que el mejor método de enseñanza era a través de instar obligadamente el respeto de parte de sus hijos
y en muchas ocasiones, sin haber tenido méritos para obtenerlo. «El respeto no es algo que se exige, es algo que se obtiene a través de diversas situaciones y actitudes que inspiran este sentimiento en las personas.»

Es cierto, que como hijos debemos agradecer y respetar; pero hay instancias en las que no todo es “blanco y negro”. Nuestra amplitud perspectiva y nivel de objetividad nos permite ver las situaciones a través de otro lente, lo cual suele llevar a distintas reacciones. Esto es gracias a la educación que nos han brindado nuestras familias y la tecnología que nos proporciona un sin fin de información.

Aparte de esto, la generación Tradicionalista tenía muy altos estándares para los logros que querían inculcar en sus hijos, obligándolos constantemente a estudiar carreras que quizás no eran las más apropiadas para ellos y obviando sus preferencias educativas con el pretexto de que eran opciones erradas a nivel económico. Eran estríctos e impetuosos, sus reacciones a actitudes no aprobadas eran súmamente extremas. También existía la tendencia de seguir la “herencia familiar”, ya fuese el negocio familiar o guiarse a través del mismo rubro. Los doctores querían que sus hijas fueran doctoras, las economistas querían que sus hijos fueran economistas, los arquitectos querían que sus hijas fueran arquitectas y así sucesivamente.

Asimismo, habían familias con frustraciones derivadas de su propio desarrollo laboral, el hecho de no haber obtenido el puesto que deseaban o ascender al nivel socioeconómico que aspiraban.

Esto inclinaba a los Tradicionalistas a proyectar sus frustraciones en sus hijos para que cumplieran los objetivos que no pudieron cumplir; esto lo hacían a buena voluntad, sin embargo, privaban a sus sucesores de opciones más apropiadas según sus habilidades.

Habían excepciones de familias dinámicas con tendencias modernistas; pero, en contraste, era muy común la violencia doméstica por las ideologías patriarcales de la época que se inclinaban al machismo tóxico. Esto dejaba a las mujeres en una posición de vulnerabilidad que cambiaba la dinámica dentro del hogar. Defendían estas situaciones con la excusa de que el hombre proporcionaba, por ende, podía ser fácilmente perdonado. Esto generaba un ciclo vicioso que nosotros llamamos «relaciones tóxicas».

Para los Millennials esto ha cambiado, el tema del machismo extremista ha sido equilibrado, no a la perfección, pero ahora el abuso doméstico (que puede incluir tanto a las mujeres afectando a los hombres así como viceversa), es mucho más evaluado y penalizado.

Los Beatles

Los Boomers son una generación envidiable, vivieron en su momento todo lo que muchos jóvenes habrían querido vivir. Vieron cómo John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr formaban The Beatles en 1962.

También vivieron la llegada del hombre a la Luna (1969), entre otros sucesos históricos relevantes e impresionantes.

Es válido recalcar que el motivo por el cuál los boomers se mudaban temprano de sus hogares (entre los 18 y 24 años) solía ser por diversas razones, como:

  • La posibilidad de hacerlo, ya que tenían una estabilidad económica diferente a la de nosotros y había un mejor balance en relación al costo de vida.
  • El desgaste emocional proveniente de la rigidez o tensión en su ambiente.
  • El cansancio de represión emocional para evitar conflictos.
  • La búsqueda del respeto inalcanzable, que los inclinaba a tomar decisiones para complacer e impresionar a sus padres.
  • El orgullo generado a través de la crianza que les dieron sobre la importancia de tener una independencia desde lo más temprano posible, a pesar de que no fuese la decisión más adecuada durante el momento.

Otra de las grandes diferencias en la actualidad, es el uso de la tecnología, vivían en una época donde no dependían de ella para su día a día. Para nosotros Millennials, la existencia de las redes sociales, donde se prolifera la información de manera inmediata nos permite estar al día siempre. Esto abre campo a la desinformación, pero, las personas con fuentes fidedignas suelen estar bien informadas.

Los Boomers, tenía familias estrictas, Los Tradicionalistas se inclinaban a la restricción del libre albedrío, por ende, inhabilitaba a los Boomers de poder desarrollar su inteligencia emocional y crecimiento intelectual en algunas ocasiones. Esto podía llevar a una represión de pensamientos y se consideraba “debilidad” cualquier muestra honesta de sentimientos o incomodidades referentes a situaciones de salud o estabilidad mental. Se generaba un dilema, ya que la base de toda buena interacción humana necesita transparencia y comunicación clara.

Millennials utilizando su tecnología de preferencia.

Nosotros Millennials, vivimos en una época distinta, no está la constante tensión luego de la guerra mundial, es una época relativamente pacífica a comparación de las anteriores; es cierto que hay conflictos internacionales, pero, no han sido tan marcados como para llegar a ser parte de libros que nos enseñan sobre estas historias de crímenes atroces masivos. Somos el producto de Boomers, con perspectivas diferentes a su generación.

Hicieron lo mejor en base a sus posibilidades para que tengamos una vida más próspera y llevadera; a contraste de lo que tuvieron que superar y sobrellevar.

Es importante recalcar que a pesar de todos los beneficios que nos han podido brindar como la educación, hogar estable y un poco más de libre albedrío, entre otros aspectos; es difícil para nosotros llegar al punto de nuestros padres relativo a las decisiones que tomaban a sus edades. Estamos en una década competitiva donde los que más estudios acaparen y más habilidades refuercen son quienes podrán conseguir este puesto con la remuneración necesaria para avanzar al paso de nuestros padres.

Es estadístico realmente, hay muchas más personas ahora, por ende, hay más competencia y las oportunidades suelen ser insuficientes. Además de esto, es importante evaluar el factor de los números macroeconómicos. La distribución de riquezas es inequivalente a diferencia de épocas anteriores, hoy el 10% más rico de la población obtiene el 37.3% del ingreso nacional, esto es casi 13 veces más que el 40% más pobre. 

Las historias de tus abuelos.

¿Recuerdan cuando sus abuelas les decían que podían comprar una libra de arroz con cinco centavos, o cuando nuestros padres nos cuentan que en su época una buena comida les costaba 2 dólares (a veces hasta menos)?

Para nosotros esto es un cuento de hadas, es como ciencia ficción.

“Los salarios son bajos y la educación es deplorable”, mencionado por el economista panameño Felipe Argote. El factor determinante en esta rivalidad económica se concreta en que la riqueza está distribuída a través de pocas manos. Existe un capitalismo preferencial que se inclina a conexiones personales y esto genera lo que en nuestro país llamamos, puestos “botella”; denominación referida a personas que obtienen puestos fijos, usualmente gubernamentales, con salarios glorificados y muy pocas responsabilidades.

El suceso pandémico empeoró toda esta situación, así como su pésimo manejo. Negocios quebraron, empresas hicieron reducción de personal masivamente o simplemente cerraron y los bancos hicieron vista omisa a la situación; presionando a las personas a seguir pagando sus créditos, indistintamente de que hayan perdido su estabilidad económica a raíz de un suceso imprevisto e incontrolable.

La vida se ha vuelto cara en relación a los salarios.

En contraste, durante la época de nuestros padres, había un balance más notable entre salarios y costos de vida; por ende, era posible adquirir muchos beneficios a más tempranas edades con salarios mucho más bajos que los que ahora requerimos para obtener menos de la mitad de lo que ellos podían permitirse.

Nosotros buscamos estabilidad emocional, tranquilidad y claro que algunos tenemos ambición económica; a diferencia de una ambición basada en estados socioeconómicos y estabilidad laboral que llevaba a comoportamientos de obsesión; “Vivir para trabajar y no trabajar para vivir”. Esto proviene del estrés acumulado de generaciones anteriores que vivían bajo distintos regímenes, es probable que esto nos haya orientado intrinsecamente a buscar opciones más cómodas. Hay varias muestras de esta modalidad de pensamiento, el conflicto lo enfrentamos con palabras y no con actos violentos. La transparencia conversacional es de suma importancia y la empatía es muy relevante para llevar a cabo estos factores que determinarán la prosperidad de nuestra vida social y conexiones intererpersonales.

Hay ambición, pero es una ambición basada en otra ideología; el exceso de información, tendencias ideológicas, movimientos culturales y demás; nos ha hecho súmamente abiertos y objetivos. Nuestra perspectiva cambia tremendamente debido a estos elementos.

Millennial frustrado

Tenemos una saturación de pensamientos que nos inclina a querer complacer a todas las burbujas sociales que nos rodean (lo cuál es imposible), inclusive, queremos satisfacer e impresionar a nuestros padres, deseamos que estén orgullosos de nuestros logros y esto es súmamente difícil, ya que sus expectativas en cuanto a nosotros, según lo que nos han proporcionado, suelen ser bastante altas. La escasez de oportunidades e inequivalencia económica no nos permite llegar al punto que ellos hubiesen deseado que estuviesemos, por esta razón tratamos de enfocarnos en otras habilidades blandas para avanzar tanto laboral como socialmente, algunos ejemplos de estas habilidades son:

  • Comunicación
  • Empatía
  • Salud Mental
  • Emprendimiento

y amplitud objetiva a diversos temas para hacernos personas más optimistas, que podamos compartir sentimientos productivos para alentar a otras personas y que puedan mejorar su calidad de vida. Esto nos llena y nos brinda energías que habilitan la posibilidad de descubrir nuevas oportunidades.

Es hora de romper esta brecha y lograr una mejor comunicación/relación entre las generaciones mencionadas, que a veces viven en conflicto. Todo a través de comunicación se puede aclarar.

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Editorial

FocoBlog: México vs Panamá (en infraestructura, no fútbol)

En una visita a México, pudimos notar las grades falencias democráticas de nuestro vecino país y cómo afecta su infraestructura.

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Como parte de un programa patrocinado por la Embajada de Los Estados Unidos, varios periodistas nos fuimos en un tour de infraestructura por tres países: México, Ecuador y Panamá.

La primera parada fue Panamá, donde visitamos El Canal de Panamá, AES Colón y MIT. De esos proyectos han oído suficiente así que me los saltaré con el respeto de nuestros pocos lectores internacionales.

El verdadero trip comenzó en México, donde nos reunimos con el IMCO (Instituto Mexicano para la Competitividad), para un pantallazo de la situación de México en infraestructura y economía. Cuando les digo que a medida que la presentación avanzaba me alegraba un poco más de vivir en Panamá, no estoy mintiendo. Y obviamente en Panamá tenemos problemas, pero cuando tienes un país con 100 millones de habitantes, tienes 25 veces más problemas, o los problemas son 25 veces más grandes.

La presentación se enfocó en tres proyectos claves: Una nueva refinería, un tren por el sur del país y dos aeropuertos con un desenlace digno del imaginario de García Márquez.

La refinería, una obra de más de 10 mil millones de dólares, está estratégicamente situada en la ciudad de Tabasco, que por casualidades esas de la vida, es el lugar donde nació el flamante presidente de México Andrés Manuel López Obrador. Esto contrasta altamente con el discurso ambientalista de MORENA, el partido progresista de AMLO, quien se jacta de querer construir una sociedad acorde con el medio ambiente.

El otro proyecto que captó mi atención fue el mamotreto de tren que están construyendo en el sur de México, llamado el tren Maya. Un proyecto con una inversión de más de 3,200 millones de dólares y que está siendo construido en 5 tramos por 5 empresas diferentes – las corruptas FCC y Odebrecht entre ellas, obviamente -. El proyecto carece de algún tipo de diseño o plan, incluido estudio de impacto ambiental en sus tramos más sensitivos, por lo que ha sufrido percance tras percance, y ha resultado incluso en su paralización completa en el tramo número 5 debido a las grandes afectaciones que está teniendo en la naturaleza de la región.

Y por último el fiasco del aeropuerto. El ex presidente Peña Nieto antes de irse adjudicó la construcción de un aeropuerto en las afueras de la ciudad para reemplazar el mítico aeropuerto Benito Juárez, que se había quedado atrapado en la mitad de la ciudad, lo que complicaba enormemente la logística urbana de la ya congestionada metrópolis norteamericana. El aeropuerto llevaba un 30% de avance al momento de cambio de gobierno y el nuevo presidente López Obrador, cumpliendo una de sus promesas de campaña, hizo un tipo de consulta popular para definir el destino del nuevo aeropuerto. Había un pequeño problema con su plan: López Obrador no había tomado posesión, sólo era presidente electo. Pero la institucionalidad no es impedimento para el populismo latinoamericano, por lo tanto, el todavía no presidente, hizo su consulta popular completamente paralela y sin injerencia de las instituciones electorales del país. La consulta estuvo plagada de irregularidades, pero al final el pueblo habló y el resultado fue en contra del nuevo aeropuerto, que como les expliqué, tenía 30% de avance.

Pero ahora México tenía otro problema: ¿Qué hacemos con las deudas que ascendían a 211 millones de dólares? Pues el gobierno mexicano asumió la deuda, pasándosela al sistema aeroportuario actual y aquí no ha pasado nada. Y las grandes críticas se las llevaron los inversores privados del proyecto que al recibir el dinero no protestaron por lo absurdo de la medida.

Al final, AMLO hizo un nuevo aeropuerto, construido por los militares, operado por los militares, pero con grandes falencias lo que no permite la entrada de aerolíneas internacionales. Habló el pueblo y problema resuelto.

Lo que más me impresionó de conocer estos proyectos, es que en su mayoría se han realizado con gasto corriente del Estado. No prestamos, no financiamiento internacional, cash en mano y allá va eso. Lo que, en la opinión de varias organizaciones mexicanas, evidencia la capacidad que tiene el Estado de financiamiento para proyectos de ayuda a la ciudadanía, alto contraste con la ayuda que prestó en pandemia, donde se situó a la par de países como Uganda.

Sin embargo, este flujo de dinero a infraestructura tiene un pequeñísimo detalle. El Ejército se ha convertido en el mayor constructor de México, con gastos en infraestructura de hasta 1,600 millones de dólares en el 2020. Al canalizar ese gasto por medio del Ejército, logran escaparse de la fiscalización pública alegando “Seguridad Nacional”.

Pronto les contaré más sobre nuestra visita a México, pero ya van viendo porque, aunque me quejo, es prueba de que en Panamá no estamos tan mal.

*Daniel Lopera fue invitado por el gobierno de los Estados Unidos, a través de su Embajada en Panamá, para un programa de cobertura periodística sobre infraestructura en América Latina, financiado por la Embajada de los Estados Unidos en Panamá y organizado por Meridian International Center, una organización sin fines de lucro.

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Noticias

90% de los panameños son pro-paridad de género en la política

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Una encuesta nacional realizada por la Fundación Libertad Ciudadana reveló que el 90% de los ciudadanos están de acuerdo con las leyes pro-paridad de género en la política.

La Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana realizó una encuesta destinada a identificar las barreras y oportunidades sobre la participación política de mujeres en Panamá y, de acuerdo a los resultados, la mayoría de los panameños encuestados están a favor de las leyes pro-paridad de género y consideran que a pesar de los estereotipos, las mujeres son lo suficientemente aptas para participar en la política.

La encuesta constó de siete capítulos, estos siendo participación política, capacidad política de las mujeres, sistema político, sistema social, opinión pública, rol de las mujeres políticas en Panamá e intención de voto.

Los resultados pueden resumirse en que la población considera a las mujeres más que aptas para cualquier puesto de elección popular, incluso para la presidencia, sin embargo los estigmas y estereotipos de género obstaculizan que las carreras políticas de las mismas puedan prosperar.

Establecer leyes pro-paridad y abogar por la participación de las mujeres en la política no sólo es un gran paso para el establecimiento de una verdadera democracia al tener quienes representen a la otra mitad de la población en los lugares de toma de decisiones, sino que también nos permite una nueva perspectiva en la política y son un factor importante en la lucha contra la corrupción, ya que también son las primeras en verse afectadas por los efectos de ella.

Puedes encontrar el informe completo en: https://www.libertadciudadana.org/

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