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Opinión

Nuevos mitos sobre la minería, extinción de una especie

Publicado

en

POR: MSc Roderick R. Gutiérrez Pérez

Especialista en Gestión y Planificación Ambiental

Instagram: @medioambienteyprogreso

Pasando por Instagram, me encuentro con un título que dice: «Minería – Cambio Climático», y como subtítulo, «Un riesgo inaceptable». Hasta aquí todo bien; cada quien tiene derecho a expresar su opinión, pensaba yo. Sin embargo, al ver las imágenes (las cuales, por falta de tiempo, no podré responder todas), trataré de enfocarme en un punto específico que decía: «La minería causa la pérdida y/o extinción de especies». Por lo tanto, intentemos darle forma coherente a este punto.

En un mundo cada vez más preocupado por la conservación de la biodiversidad, es esencial abordar los mitos y percepciones erróneas que rodean a la actividad minera y su impacto en las especies y hábitats cercanos. Existe la creencia que un proyecto minero, especialmente aquellos que colindan con áreas protegidas, puede causar la extinción de una especie de la faz de la tierra. Sin embargo, es importante desmitificar esta noción y comprender que la extinción de una especie es un fenómeno muy complejo que involucra múltiples factores.

Para que una especie se extinga, deben intervenir una serie de factores críticos que afecten su supervivencia y capacidad de reproducción. Si bien la actividad minera puede tener impactos en el medio ambiente y las poblaciones de especies, no es suficiente para llevar a una especie a la extinción por si sola.

Para ilustrar las causas de la extinción de una especie, es crucial reconocer que existen diversas variables. En primer lugar, debemos comprender que estas deben abordar: la pérdida y degradación del hábitat, la fragmentación de las poblaciones, es decir, cuando una especie se encuentra confinada a un área específica y no puede encontrarse en ninguna otra; el cambio climático, una problemática que todos reconocemos como resultado de decisiones globales desfavorables, no vinculado a un proyecto o actividad en particular; la introducción de especies invasoras, una circunstancia que no se relaciona con la minería ni con la caza o pesca excesiva; y la contaminación. En el caso de Panamá, esta última es especialmente significativa y se somete a un monitoreo constante para evitar sobrepasar los niveles establecidos por la normativa vigente.

Un seguimiento exhaustivo durante más de 50 años, respaldado por numerosos estudios, estadísticas y equipos de expertos, es lo que se necesita para considerar que una especie ha sido extinguida. Se puede afirmar que una especie está extinta cuando el último individuo conocido muere sin dejar descendencia genética, como lo plantea Craig Hilton-Taylor de la UICN.

Para asegurar que esto sucederá, los expertos llevan a cabo investigaciones exhaustivas. Todo el proceso se inicia con una cuidadosa observación de la especie, aún mientras se conoce su existencia. En este sentido, la Lista Roja de la UICN desempeña un papel clave en todo esto que digo. 

Este tema es sumamente complejo. Incluso para un experto en la materia, quien debe contar con un profundo conocimiento en biología, ecología y conservación, además de comprender la complejidad de los ecosistemas y la interacción entre los factores ambientales y las poblaciones de especies, resulta desafiante determinar la extinción de una especie. Esto se debe a la dificultad para detectar posibles disminuciones o extinciones.

Por lo que es un poco exagerado e irresponsable señalar por medio de las redes sociales que un proyecto o sector, en este caso el minero, es responsable de la extinción de las especies. Siendo que, para poder determinarlo, los científicos y expertos en conservación utilizan métodos como el muestreo de campo, la observación de comportamiento, el análisis genético y el uso de tecnologías de seguimiento para recopilar datos precisos y fiables, por un periodo de tiempo prolongado.

Afirmar sin cumplir con lo antes expuesto que la actividad minera u otras actividades humanas puedan ser las causantes de la extinción de una especie se tomaría, más que todo, como una oposición sin fundamentos al desarrollo de la economía de un país y no como un movimiento ambientalista serio y responsable. Este movimiento debería buscar garantizar el cumplimiento de las normativas ambientales existentes o el desarrollo sostenible de las comunidades más apartadas y vulnerables.

Es importante decir que, el sector minero es uno de los sectores más regulados en materia ambiental, precisamente para proteger el medio ambiente y la sociedad con prácticas responsables que exijan a las empresas mineras en toda su vida útil hasta su cierre y post cierre. Es por ello que, para abordar el desafío de conservación en general, es necesario un enfoque holístico que considere múltiples factores y la colaboración entre científicos, gobiernos, industrias privadas y comunidades locales, solo así podemos preservar las especies y evitar su extinción.

Es importante decir que el sector minero, altamente regulado en términos ambientales, busca proteger tanto el medio ambiente como la sociedad. Exige prácticas responsables a lo largo del ciclo de vida de las empresas mineras, desde su apertura hasta el cierre y post cierre. Para abordar eficazmente los desafíos de conservación, es crucial una colaboración integral entre científicos, gobiernos, empresas y comunidades locales. Esta cooperación garantiza la preservación de especies y previene su extinción.

Por eso, los preocupados porque esto no ocurra, deben enfocarse en buscar los recursos permanentes, en lugar de ver la inversión privada y el ambientalismo como polos opuestos del desarrollo. Es tiempo de trabajar juntos por el beneficio social, económico y natural de la República de Panamá.

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Derecho a réplica del Hospital Santo Tomás

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[Opinión] LA ENCRUCIJADA ÉTICA Y ECONÓMICA DEL COBRE

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Por

Aram Cisneros Naylor

Intérprete económico

Panamá se encuentra en una encrucijada, y las decisiones que tomemos frente a ella ahora definirán nuestro rumbo económico y social en nuestro presente y en los próximos años.

Empecemos por recordar que el 16 de noviembre de 2023, el Estado recibió $567 millones por Minera Panamá, el mayor pago en la historia fiscal del país. Lamentablemente, estos fondos no fueron destinados a programas sociales y comunitarios, según había prometido el expresidente Cortizo.

Esto ha generado preocupación y comentarios en todo el país, pues el manejo cuestionable de aquellos recursos dejó decepcionadas a comunidades que esperaban beneficiarse.

Dichos fondos fueron aceptados por el Estado panameño antes de darse a conocer el fallo de la Corte el 28 de aquel mes. En enero de 2024, fueron transferidos al tesoro nacional, envueltos en un velo de opacidad acerca de su destino final, justo cuando el panorama fiscal es cada vez más complejo. Veamos dos razones.

Primero, a julio de 2024, la Dirección General de Ingresos reportó un déficit de $111 millones en los ingresos tributarios corrientes, por una recaudación 14 % por debajo de lo que se había estimado.

La segunda es que, con un déficit fiscal que probablemente supere el 4 % del PIB, la transparencia en el manejo de los fondos de Minera Panamá no solo es una cuestión de ética pública, sino una necesidad económica urgente.

Es importante resaltar que el fallo de la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional el contrato ley, pero no ordenó el cierre de la mina ni mandó a disolver la sociedad panameña Minera Panamá, que está correcta y legalmente constituida, esta decisión la asumió el Ejecutivo. A inicios de 2024, el Ejecutivo tenía la opción de renegociar un nuevo contrato, lo que podría haber evitado el impacto negativo actual en la economía. Obviamente, no lo hizo por el contexto electoral de febrero a mayo y por tener su capital político totalmente agotado.

Por lo anterior, ahora la confianza en las instituciones públicas es esencial para nuestra estabilidad económica. A medida que el ministro Chapman avance en su estrategia fiscal, es crucial que estos procesos se realicen con máxima transparencia.

Recordemos que hay 765,000 trabajadores panameños en la informalidad, y su inclusión en el mercado formal podría mejorar de forma significativa la recaudación tributaria.

Tengamos presente que las calificadoras de crédito se pronunciarán sobre nuestra salud en los próximos meses. Las advertencias de dos de ellas, Moody’s y S&P, exigen que el país envíe a los mercados señales buenas y claras.

Concluyamos comprendiendo que nuestro desempeño económico en 2025 y 2026 depende de que, en lo que resta del año, aseguremos la estabilidad económica que fortalezca la credibilidad de esas calificadoras en nuestras instituciones.

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[Opinión] PANAMÁ AL BORDE DEL ABISMO: LA MINERÍA ILEGAL SE CIERNE SOBRE UN FUTURO INCIERTO

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POR: RODERICK R. GUTIÉRREZ PÉREZ

ESPECIALISTA EN GESTIÓN Y PLANIFICACIÓN AMBIENTAL

PRESIDENTE DE LA CAMARA MINERA DE PANAMÁ

En el corazón de América Latina, la minería ilegal se ha convertido en una sombra oscura que amenaza con despojar a nuestras tierras de su riqueza natural. Este fenómeno no solo pone en peligro los ecosistemas frágiles, sino que también exacerba los problemas sociales al generar conflictos y tensiones en las áreas afectadas.

La historia nos ha mostrado ejemplos de otros países, como nuestro vecino Costa Rica, donde la cancelación del proyecto minero Crucitas, dejó un vacío que rápidamente fue llenado por mineros ilegales que operan sin ningún control, provocando severos daños ambientales, contaminando fuentes de agua y ocasionando enfrentamientos con las comunidades locales, al punto de crear un conflicto entre dos países, por la cercanía del yacimiento a la frontera de Costa Rica con Nicaragua sumado a que este tipo de minería no contribuye en nada al Estado ni generar empleos formales. Lo que una vez fue un proyecto prometedor terminó siendo un territorio deteriorado que ha dejado cicatrices profundas en la parte ambiental, social y económica de la región.

Con este panorama y tomando en consideración la situación de Cobre Panamá, se corre el riesgo de replicar un escenario similar en Panamá, lo que plantea una interrogante inquietante: ¿Estamos preparados para evitar que el vacío dejado por la minería formal se convierta en un caldo de cultivo para la minería ilegal? El fallo de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) declaró inconstitucional el contrato ley, sin embargo, por ninguna parte del fallo se ordenó el cierre de la mina. Esa decisión fue del Gobierno anterior, quien a su vez solicitó a la empresa un plan de Preservación y Gestión Segura. Sin embargo, luego de 8 meses que la empresa lo presentara, no asumieron la responsabilidad de tomar acción, dejándole ese problema al nuevo Gobierno.

Y es que no es un secreto que, más allá de las repercusiones económicas y sociales como la pérdida de 40,000 empleos directos e indirectos y las contribuciones al Estado panameño en impuestos y regalías, incluyendo los aportes a la CSS que superaban los 120 millones anuales, la suspensión de operaciones de la mina y la falta de determinación del gobierno anterior para aprobar este Plan, podrían abrir una caja de Pandora con consecuencias impredecibles, con la minería ilegal asomándose como un lobo con piel de cordero a la espera de devorar un ecosistema desprotegido, algo que ya es una realidad en algunas zonas de Panamá.

La minería ilegal es una actividad depredadora que no solo daña el medio ambiente, sino que también pone en riesgo la salud y seguridad de quienes la practican. Además, crea conflictos sociales, ya que a la par de la minería ilegal, vienen otras actividades ilegales como el narcotráfico, lavado de dinero y trata de blancas, entre otras. Por ello, en recientes declaraciones, el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, solicitó a los diputados que realicen los cambios necesarios para poder explotar el proyecto Crucitas y recuperar la minería legal en el país. De esta forma, se busca obtener los beneficios de la industria de manera responsable con la economía, el medio ambiente y sus habitantes.

Por casos y referencias como estos, es necesario que el gobierno panameño y todos los actores involucrados en este debate se tomen el tiempo para analizar las consecuencias a largo plazo del cese de operaciones de Cobre Panamá y de la prohibición de la minería legal en el país. No podemos permitir que la búsqueda de soluciones inmediatas, a presiones políticas del momento, nos conduzca hacia un futuro sombrío donde la minería ilegal se apodere de nuestro territorio.

Un futuro sostenible para Panamá es posible. Un futuro donde la minería sea desarrollada de manera responsable, generando beneficios para el país y protegiendo el medio ambiente para las generaciones venideras. Un futuro donde la razón y el diálogo prevalezcan sobre la incertidumbre y el miedo.

El destino de Panamá está en nuestras manos y la gran pregunta es: ¿Qué camino queremos elegir?

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