Opinión
[Opinión] ¿QUIÉN ENTIENDE A PANAMÁ? – AHORA LLUEVE Y LA QUEJA SON, LAS INUNDACIONES.

POR: RODERICK R. GUTIERREZ PÉREZ
Especialista en Gestión y Planificación Ambiental
@medioambienteyprogreso
Esta semana vimos en las noticias cómo nuevamente se vuelven a inundar las calles de Panamá y salen de sus cauces los principales ríos del país, pero no aprendemos, “seguimos haciendo lo mismo esperando resultados diferentes”.
Reconocidos mundialmente por nuestro emblemático Canal, por años, para no decir décadas, Panamá enfrenta desafíos críticos en la gestión de sus recursos hídricos. Aunque el Canal de Panamá es una pieza fundamental para el comercio global, la necesidad de agua en el país va mucho más allá de esta infraestructura. La mala planificación y la falta de infraestructura adecuada nos llevan como país a enfrentar tanto sequías prolongadas como inundaciones devastadoras, todos los años.
El Canal de Panamá, desde su creación, depende crucialmente del agua dulce para su funcionamiento, utilizando diariamente millones de galones por cada tránsito de embarcaciones, y hay días que superan los 30 tránsitos diarios, así que con ese número nos podemos dar una idea de cuánta agua dulce, principalmente del Lago Gatún, necesita y cuánta agua se pierde diariamente al mar. Sin embargo, el acceso al agua no se limita al Canal, el país tiene otros compromisos más que atender como la agricultura, la industria y el consumo humano, todos estos y otros también son vitales para el desarrollo del país. Por eso, la crisis del agua afecta directamente la calidad del ambiente, la calidad de vida de las comunidades y la economía nacional.
El fenómeno de El Niño 2023-2024 ha sido uno de los más intensos registrados en las últimas décadas, y ahora tenemos tocándonos la puerta al fenómeno de La Niña. Contrario a El Niño, ella trae consigo fuertes lluvias y riesgos de inundaciones, pero sin una adecuada planificación e infraestructuras, estas precipitaciones seguirán causando estragos, desde la destrucción de viviendas en Tierras Altas de Chiriquí, hasta la pérdida de cultivos en Tonosí.
Es paradójico decirlo, pero a pesar de ser uno de los países con mayor precipitación en el continente americano, muchas familias panameñas, incluso aquellas que viven cerca de las principales ciudades, sufren de falta de acceso a agua potable. Esta paradoja se debe en gran parte a la mala gestión y distribución de los recursos hídricos, como lo hemos dicho anteriormente, esto se suma a la falta de infraestructura adecuada para la recolección y almacenamiento de agua, lo que agrava considerablemente el problema.
¿Pero hay solución? Sí, la hay. La construcción de grandes reservorios de agua podría ser una solución efectiva para enfrentar las sequías y controlar las inundaciones. No obstante, los gobiernos no han querido escuchar a los especialistas, analizar la ciencia o ver los datos, y se olvidan después de la lluvia o la sequía que el problema va a regresar. Tal vez, y digo tal vez porque esto requiere de un equipo interdisciplinario, con suficientes reservorios que puedan funcionar como fuentes de abastecimiento en tiempos de escasez y control, y la inversión en infraestructuras hídricas podría asegurar la disponibilidad de agua durante todo el año.
Capturar y almacenar agua de lluvia no solo mitigaría el riesgo de inundaciones, sino que también proporcionaría una fuente adicional de agua durante los períodos secos. Por eso, este enfoque sostenible es esencial para mejorar la resiliencia hídrica del país de una vez por todas.
Países como Israel y Chile, por dar un ejemplo, con recursos hídricos mucho, pero mucho más limitados que Panamá, han demostrado que una gestión eficiente y planificación estratégica pueden transformar la escasez en oportunidades. Israel, por ejemplo, ha desarrollado tecnologías avanzadas de desalinización y reciclaje de agua, mientras que Chile ha implementado políticas efectivas de gestión del agua en sus regiones más áridas, y ambos siguen innovando, ya que la población, la industria y el ambiente les seguirán exigiendo.
Pero no hay que ir tan lejos, un buen ejemplo e inspirador de buena gestión del agua se encuentra en el proyecto Cobre Panamá, de la empresa Minera Panamá S.A. En este proyecto, se puede ver in situ y demostrarles a los incrédulos que el 99% del agua utilizada en el proceso del concentrado “es agua de lluvia”, acumulada en un gran reservorio que es la Presa de Relaves, la cual es retenida, reciclada y bombeada después a un gran tanque de almacenamiento, para después ser utilizada nuevamente en el proceso, y así una y otra vez. Esta estrategia demuestra que una buena planificación del agua da buenos resultados y evita extraer agua de cuerpos naturales, protegiendo así los ecosistemas frágiles.
Es imperativo que las autoridades, especialmente el Órgano Ejecutivo y las autoridades locales, velen porque los funcionarios públicos de las instituciones encargadas del agua en Panamá adopten una visión a largo plazo y mejoren la planificación.
La gestión eficiente del agua es esencial para enfrentar los desafíos climáticos y garantizar el bienestar de todos los panameños, y así evitamos que cuando enfrentamos el fenómeno de El Niño, nos quejemos de la falta de agua, y ahora que se acerca el fenómeno de La Niña, sepamos qué hacer con toda el agua de lluvia que caerá y que seguirá inundando nuestras poblaciones.
Esto se puede evitar con una buena planificación, pero sobre todo escuchando a la ciencia.
Opinión
Tres versiones de una misma reunión: ¿A quién le creemos?

El torbellino político que ha generado la reciente visita del secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, a Panamá ha dejado una estela de versiones encontradas. Tres, para ser exactos. Tres relatos distintos de un mismo encuentro, lo que nos obliga a preguntarnos: ¿quién está diciendo la verdad?
Primera versión: la de Mulino. Apenas terminada la reunión con Rubio, el presidente panameño salió a dar la cara y explicar lo que, según él, sucedió. Según su relato, fue una conversación diplomática, cordial, donde Panamá dejó claro que el Canal no está en juego y que cualquier tema tarifario lo maneja la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). Además, Mulino aprovechó para echarle una pulla a los estadounidenses, recordándoles que si los chinos tienen presencia en los puertos panameños es porque EE.UU. ha descuidado su inversión en la región. También anunció que no renovará un acuerdo comercial que Varela firmó con China, aunque dejando en claro que esto no afecta las relaciones diplomáticas.
Segunda versión: la del Departamento de Estado. En papel, el gobierno estadounidense pintó otro panorama. Según su comunicado, Rubio fue a Panamá con una actitud de “sheriff del hemisferio”, exigiendo que se tomaran cartas en el asunto sobre la presencia china en el Canal y lanzando una especie de ultimátum sobre posibles medidas si no se cumplía con sus exigencias. Un mensaje agresivo que mantiene viva la narrativa trumpista de que los chinos “controlan el Canal de Panamá”, un relato que no tiene asidero en la realidad pero que les es políticamente útil.
Tercera versión: la de Marco Rubio… o más bien, su silencio. Porque aunque el funcionario estadounidense dio una conferencia de prensa en Albrook, no dijo absolutamente nada sobre el Canal de Panamá. Ni una palabra. Ni mención al supuesto ultimátum, ni advertencias sobre China, ni reafirmaciones de lo que Trump viene cacareando. Nada.
Y aquí es donde vale la pena detenerse a leer entre líneas. Sabemos que Trump es un experto en construir realidades paralelas y discursos incendiarios, pero no necesariamente todos en su equipo están dispuestos a seguirle el juego al pie de la letra. Rubio, a diferencia de su jefe, sí tiene que pensar en su carrera política y no puede darse el lujo de andar mintiendo descaradamente como si nada. Es probable que, después de recorrer el Canal y hablar con las autoridades, haya notado que el cuento de la “presencia china” no es más que eso: un cuento.
Entonces, ¿a quién le creemos? Si hay algo claro en política, es que el papel lo aguanta todo. Pero cuando el propio emisario de EE.UU. evita mencionar el tema del Canal en su conferencia de prensa, el mensaje es claro: o no le quiso dar respaldo público a las amenazas de su jefe, o simplemente no había nada que decir porque no hay tal “invasión china” en el Canal.
Por eso, si hay que escoger entre las tres versiones, la de Mulino es la más creíble. Fue el único que dio la cara y habló al país. Mientras el Departamento de Estado se refugió en un comunicado agresivo y Rubio simplemente prefirió el silencio, Mulino por lo menos explicó su postura. Al final, lo que ocurrió a puertas cerradas solo lo saben ellos, pero los signos públicos son suficientes para darnos una idea de lo que realmente pasó.
Ahora queda la pregunta: ¿cuánto tiempo más seguirá EE.UU. alimentando esta narrativa falsa? Y lo más importante: ¿cuánto tiempo más permitiremos que lo hagan?
Opinión
REFLEXIÓN SOBRE LA GENERACIÓN ENERGÉTICA SOLAR EN PANAMÁ Y LA SOSTENIBILIDAD

POR: RODERICK R. GUTIÉRREZ PÉREZ
PRESIDENTE DE LA CÁMARA MINERA DE PANAMÁ
ESPECIALISTA EN GESTIÓN Y PLANIFICACIÓN AMBIENTAL
Como especialista en Gestión y Planificación Ambiental y Presidente de la Cámara Minera de Panamá, considero fundamental abordar la reciente información presentada en el artículo de Mileika Lasso, titulado “El 11,4 % de la generación energética de noviembre en Panamá es solar”, publicado en un medio impreso local. Este artículo no solo celebra un hito en la capacidad de Panamá para cubrir el 100% de su demanda eléctrica con fuentes de energía renovable, sino que también nos invita a reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que enfrentamos en la lucha contra el cambio climático.
Panamá ha logrado avances significativos en la diversificación de su matriz energética, alcanzando un 11,4% de generación eléctrica a partir de energía solar, lo que equivale a 186,62 megavatios (MW). Estos esfuerzos reflejan nuestro compromiso con un futuro sostenible. Sin embargo, debemos reconocer que, aunque estos logros son dignos de celebración, representan solo una parte de una solución más amplia, que incluye la explotación responsable de nuestros recursos minerales.
En este contexto, el cobre se posiciona como un mineral crítico, no solo para el desarrollo sostenible de Panamá, sino también a nivel global. Según informes oficiales, este metal fue incluido en 2023 en la lista de minerales críticos para la lucha contra el cambio climático por parte de Estados Unidos. No cabe duda de que el cobre es esencial para la fabricación de tecnologías limpias, como paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos, fundamentales para reducir las emisiones globales de carbono.
Si evaluamos las estadísticas reales, un proyecto como Cobre Panamá no solo representó el 4,5% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, sino que también fortaleció significativamente nuestra balanza comercial, al generar el 76% de las exportaciones nacionales. Además, realizó compras locales por un valor de $888 millones de dólares, fortaleciendo la economía y creando empleos en comunidades que enfrentan preocupantes niveles de desigualdad económica. La salida de este proyecto de la economía nacional en 2023 dejó un vacío importante en estas áreas.
Adicionalmente, Cobre Panamá contribuyó con aproximadamente el 1,5% de la producción mundial de cobre. Este aporte es crucial en el contexto de la necesidad global de este mineral para la transición hacia energías más limpias. Por cada tonelada de cobre extraída y procesada, se fomenta un ciclo productivo que facilita la fabricación de tecnologías clave en la lucha contra el cambio climático.
No obstante, mientras celebramos nuestros logros energéticos, debemos abordar las contradicciones en el discurso ambiental. Muchos grupos que abogan por la reducción de emisiones y la promoción de energías limpias a menudo se oponen a la minería sostenible. Este enfoque ignora que alcanzar nuestros objetivos climáticos requiere imperiosamente minerales como el cobre. Su explotación responsable puede ser una parte crucial de la solución, no solo para reducir la huella de carbono, sino también para generar oportunidades equitativas que mejoren la calidad de vida de los panameños en áreas vulnerables.
Además, es esencial reconocer que, aunque la conservación de áreas protegidas es vital, esta labor enfrenta amenazas debido a la falta de alternativas económicas para las comunidades aledañas. Sin empleos estables y bien remunerados, estas comunidades pueden verse obligadas a expandir actividades como la agricultura y la ganadería hacia nuevas tierras, afectando la integridad de los ecosistemas. Este fenómeno ha sido uno de los mayores desafíos para nuestras áreas protegidas.
Panamá tiene el potencial de ser no solo un protector de su biodiversidad, sino también un actor clave en la economía circular y la producción de energía limpia. Podemos liderar un modelo que combine la minería responsable con el desarrollo de energías renovables, demostrando que la sostenibilidad y el crecimiento económico pueden coexistir.
En conclusión, el camino hacia un futuro sostenible debe ser integral, reconociendo la importancia del cobre y valorando su papel en la transición energética global. Panamá tiene la oportunidad de hacer una diferencia significativa, no solo para su propio desarrollo, sino también para el bienestar del mundo. Solo a través de la colaboración de todos los sectores podremos construir un panorama más resiliente y próspero, donde el desarrollo económico y la protección ambiental vayan de la mano, permitiéndonos enfrentar los desafíos del cambio climático y la desigualdad económica.
Opinión
UN COMPROMISO CON LAS COMUNIDADES

José Palma
Consulto y auditor ambiental independiente
A un año del cese de operaciones de Cobre Panamá, es evidente la profunda huella que ha dejado en las comunidades aledañas, con un impacto que trasciende lo económico y lo psicológico. Esta situación ha desatado una serie de implicaciones sociales que merecen un análisis cuidadoso. A pesar de los desafíos que enfrenta la empresa, se han evidenciado acciones positivas que reflejan la resiliencia de estas comunidades y el apoyo que han recibido en momentos críticos.
Lo irónico es que estos sectores levantaron su voz con una fuerza que, según ellos, respondía a la voluntad del pueblo, en defensa de la soberanía, por su amor al ambiente y por la defensa de los derechos humanos. Bueno, otros lo hicieron por el “chen chen“ que recibían para mantener la zozobra y el estado de ánimo caldeado, lo cual les era favorable para forjar sus plataformas políticas. Pues claro, era así, aunque muchos lo negaban y se rasgaban las vestiduras en las diferentes redes sociales, tarimas políticas, foros y debates en los que pudieran hacer uso de ese lenguaje tan lleno de ira, rencor y desinformación, pero que para muchos que lo escuchaban, era la única verdad que debían saber aquellos que seguían sus comentarios.
Esto dio como resultado, después del 5 de mayo, que muchos de estos y estas salieran con victorias electorales, puestos populares de votación e incluso, sin saber qué iban a plantear como soluciones. Dicen que “el fin justifica los medios” (Maquiavelo).
Durante los cuatro años de operaciones, la minería fue un pilar económico para el país, proporcionando empleo y recursos esenciales para el desarrollo local. La suspensión de actividades ha resultado en la pérdida de miles de puestos de trabajo, aumentando el desempleo y generando presión sobre las economías familiares. Un claro ejemplo son las más de 265 familias locales y comunidades cercanas al proyecto minero, dependientes de cooperativas y emprendimientos, que ven amenazado su desarrollo económico debido a esta situación. Muchos trabajadores, que dependían de sus salarios para subsistir, se ven ahora obligados a buscar nuevas oportunidades en un entorno donde estas son escasas, lo que ha profundizado su vulnerabilidad económica.
A pesar de estos retos, la solidaridad comunitaria ha sido notable, con la reciente donación de Cobre Panamá al Banco de Alimentos, que consistió en 23,200 kilogramos de filete de pescado, 1,442 kilogramos de espagueti y 4,200 pacas de agua embotellada. Estos alimentos, que permanecían debidamente almacenados en la mina debido al cese de operaciones, fueron donados, demostrando el compromiso de la empresa con quienes más lo necesitan. Este tipo de acciones no solo alivia la carga de las familias afectadas, sino que también fortalece los lazos entre la empresa y la comunidad, promoviendo un sentido de unidad y esperanza.
Las intensas lluvias en Coclé y en el resto del país han agravado la situación en comunidades como Piedras Gordas, El Harino, Llano Norte y Llano Grande. En respuesta, colaboradores de Cobre Panamá, en coordinación con el Municipio de La Pintada, trabajaron para brindar apoyo a las familias afectadas. Ante la situación, hicieron entrega de 1,763 libras de pescado, 20,000 botellas de agua, productos de higiene, colchones y alimentos no perecederos. Además, para facilitar el acceso a áreas de difícil comunicación, la empresa brindó apoyo aéreo mediante un helicóptero, realizó una donación de combustible para que la retroexcavadora del Municipio de La Pintada despejara las rutas obstruidas, mientras los voluntarios del área de Ambiente trabajaban en la remoción de las ramas.
Por otra parte, proporcionaron un camión cisterna con agua para la limpieza del IPT Coclesito y un equipo de ingenieros de la empresa ofreció su experiencia para evaluar los hogares afectados y las vías de acceso. Esto es una muestra más del compromiso de la empresa en continuar apoyando a las comunidades, incluso en estos tiempos difíciles.
Y siguiendo con el comentario de la ironía de todo esto, nunca vimos a ningún gremio, grupo ambientalista, ni personas de las redes sociales llevar un paliativo a estas comunidades en momentos de una tragedia como esta. ¿Saben por qué? Ellos indican y aseguran que todo esto les pasó por el proyecto de la mina de Cobre Panamá, pero lo absurdo es que también en otras provincias, distritos y comunidades de nuestro país se presentaron estos cambios climáticos. Y les quiero recordar que no es lo mismo las consecuencias del cambio climático que las consecuencias del cambio de clima.
Hoy, muchas familias y comunidades siguen esperando que estos grupos desinformadores y mediáticos que surgieron hace un año lleguen con las propuestas sociales, económicas y ambientales que muchos y muchas dijeron tener, y que Panamá contaba con las personas idóneas y profesionales experimentadas para resolver sus problemas y lograr mantener su calidad de vida, obtener recursos económicos basados en el turismo, emprendimientos, agroturismo y demás historias, que hoy se reflejan en la pérdida de la esperanza en un futuro mejor para ellos y sus familias.
Es fundamental crear espacios de diálogo entre las comunidades, el gobierno y la empresa para abordar los problemas y construir un futuro sustentable y sostenible. Iniciativas que fomenten la participación ciudadana son clave para garantizar que las voces de las comunidades sean escuchadas en el proceso de toma de decisiones. Este tipo de interacción puede ayudar a establecer planes de acción que reflejen las necesidades reales de la población. De igual manera, se debe hacer una hoja de ruta que no solo busque mitigar los impactos de la suspensión abrupta de las operaciones, sino también promover un desarrollo sostenible a largo plazo, como son los preceptos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por las Naciones Unidas en 2015.
Aunque la paralización de Cobre Panamá ha generado un impacto social significativo, también ofrece una oportunidad para construir una comunidad más unida. Las acciones solidarias y el deseo de superación son faros de esperanza en tiempos difíciles. Es esencial continuar brindando apoyo a las comunidades aledañas en su proceso de recuperación y desarrollo sostenible, reconociendo que, incluso en medio de desafíos operativos, Cobre Panamá ha mantenido su compromiso con el bienestar de la población local. Recordemos que las soluciones se construyen entre todos los actores y todos también somos parte de la solución. Como en su momento dijo John F. Kennedy: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tú país”.